«Mi trabajo es muy humilde. No tengo un gran estudio, tengo un rincón donde pinto»
- donesalombra
- 12 may 2022
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 13 abr 2023
Susa Alcántara, artista rural
Susa Alcántara Benavent es una artista rural que siempre se ha querido dedicar a la pintura, pero lo tenía en un segundo plano hasta que llegó la pandemia. Las artistas rurales tienen menor visibilidad, ya que es uno de los sectores donde mayor precariedad hay. Muchas de estas profesionales tienen que buscar un trabajo paralelo, pero Susa destaca la humildad de su entorno, pues vive en el campo y además de la pintura no tiene otra labor que le aporte económicamente.
Una infancia artística
Desde que cumplimos el año y medio empezamos a hacer los primeros garabatos, luego el dibujo se convierte en algo habitual entre los tres y diez años. Cuando el ciclo de primaria está finalizando, la práctica del dibujo va desapareciendo progresivamente. Benavent no apartó su creatividad, pues ha tenido un entorno lleno de arte. Cuenta que su madre era artista, es más, asegura que es la máxima responsable de su pasión por la pintura.
Tenía los óleos de mi madre en la cocina, el olor del aguarrás es parte de mi infancia.
Su madre estudió de joven en la escuela de Bellas Artes de San Carlos. Esa profesionalidad que tenía en el hogar le impulsó a acudir a clases de dibujo con 12 años en La Academia Bachiller. Más tarde y ya independizada, estudió durante cuatro años en la Escuela de Artes Gráficas de Valencia, donde perfeccionó la técnica sobre el óleo y aprendió pastel y acuarela.
A pesar de todo, Benavent admite que era mala estudiante: «No soportaba el estrés de los exámenes». Por ello, a los 19 años renuncia a su sueño de estudiar Bellas Artes para empezar a trabajar. En 1996 entra como decoradora en una multinacional dedicada al sector del mueble, un ámbito vinculado a la creatividad. Pocos años después, adquirió el puesto como responsable del Departamento Visual.
Susa va evolucionando pasando por el surrealismo y el impresionismo, pero lo deja claro: «Realmente el estilo que utilizo es el realismo figurativo». Estuvo una época sin pintar porque el trabajo absorbió todo su tiempo, pero su pasión la llevaba consigo: «En mi cabecita nunca he dejado de pintar, eso nunca dejas de hacerlo». Durante 24 años que duró su trabajo contó con algunas exposiciones de óleo y pastel.
Nunca es tarde
En julio de 2020, la delegación de Valencia de esta multinacional cerró sus puertas y la vida de Susa dio un vuelco. «Una cosa como es quedarte sin trabajo con 52 años que tenía puede ser un drama, pero si le das la vuelta siempre se puede aprovechar y nunca es tarde», narra la artista. A esto se sumó que el 12 de marzo había fallecido su madre, sin poder darle la despedida que se merecía a causa de la pandemia.
Sin trabajo, encerrada por el confinamiento y sin tener que seguir cuidando de su madre, empezó de nuevo a pintar y creó su pequeño estudio. «Esta habitación es la que yo tenía para mi mamá. Me pareció que era el espacio perfecto para desarrollar mi labor», explica Benavent. El nuevo comienzo, describe, fue fácil porque no había dejado de dibujar, pero coger un caballete y montarlo «impone más respeto».
Cuentos de la tradición budista de la India, Sri Lanka y El Tíbet. || Fuente: Susa Alcántara.
Empezó con las ilustraciones de un libro sobre relatos budistas. Se tradujeron 60 cuentos a los cuales había que ponerles dibujos acorde con lo que narraban. Para esto contaron con la artista rural: «Como eran muchos, decidí hacer uno cada tres o cuatro cuentos, sumando un total de 19 ilustraciones y la portada del libro».
El bosque de hayas, la primera obra que encargaron a la artista. || Fuente: Susa Alcántara. || Elaboración propia.
Homenaje a una referente
Benavent lo tiene claro: «Las personas que más me han impactado en esta vida, me han influido y me han enseñado han sido mujeres». Después de un tiempo haciendo obras por encargo, quería empezar sus propios proyectos. Así se inició con la serie Bellas, un formato de dos obras en una, en la que quería reflejar la fuerza de mujeres que admira.
«La idea era hacer dípticos unidos, el cuadro del retrato con un entorno que representara la personalidad de cada una de ellas. Estaría acompañado de una flor, porque para mí representa la feminidad y la belleza», describe. Por el momento, esta serie está conformada por dos dípticos y la pintora explica: «Quiero pararme en tres, pero nunca se sabe».
Dípticos de "Bellas" . || Fuente: Susa Alcántara. || Elaboración propia.
Eso sí, su máxima referente es su madre y quería hacerle algo que reflejase todo lo que le ha dado, así nace Las manos que nos dan. «Surge de la necesidad de hacerle un homenaje a mi madre, a sus manos en concreto y por extensión a todas las manos de todas las madres», explica Benavent.
La serie estará conformada por un total de siete obras y por el momento tiene hechas tres: Las tejedoras, Corte y confección y Aire. La artista explica que el encuadre de todas es el mismo, en el regazo. De esta manera, Las manos que nos dan se basa en las labores que le ha enseñado su madre.
Descripción de las tres obras. || Fuente: fotos y vídeos de Susa Alcántara. || Elaboración propia.
Después de Aire, uno de los cuadros representará el recuerdo de su madre pelando habas con el delantal. En otro posará Isabel, una mujer que saldrá con un libro y el paño de cocina. «A mi madre le gustaba muchísimo leer, fue una persona muy inteligente que por carencias económicas no pudo terminar sus estudios. Como otras mujeres de su generación, debía dedicarse a ser madre y esposa», aclara la pintora.
El cuadro que cerrará Las manos que nos dan será Reposo, una foto donde la tía Vicenta posa con un bastón. Susa lo describe como un cuadro que representará el descanso después de una larga trayectoria: «Sus manos han trabajado más de 50 años en la chocolatería Valor endulzándonos la vida a todos. Ya es hora de que descanse».
Ser mujer y artista rural
Benavent vivía en Valencia hasta que decidió mudarse a Pedralba, un pequeño pueblo de la comarca La Serranía. Allí vive en una casa de campo donde tiene un huerto y algunos animales, por ejemplo, gallinas. «No es que seamos autosuficientes, pero como se suele decir: no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita», afirma la artista.
La artista en su entorno rural. || Elaboración propia.
Benavent asegura que ser mujer rural tiene un hándicap porque la vida en el campo cuesta más que en la ciudad. «Cuando el hombre llega a casa después del trabajo, la mujer todavía no ha acabado la jornada laboral. Eso no está pagado», explica lamentándose. De esta manera admite que, a veces, es complicado sacar tiempo para pintar.
Círculo cerrado
La posición de la mujer está limitada a exposiciones pequeñas y lugares locales, como si no pudiese llegar más alto. Según Susa, el arte es un ámbito precario, porque las instituciones lo consideran más un gasto que una inversión. A esto se suma que muchas de estas son un bloqueo a la hora de ayudar a profesionales de este sector a progresar o emprender. La creadora habla de la experiencia pidiendo ayudas para intentar ganar más por lo que hace.
Sin rendirse por ello, el sueño de esta pintora es que una institución adquiera Las manos que nos dan y esté en un sitio para gente mayor, pues es un homenaje para estas personas. Además, en un principio se expondrá en la Sierra de Gredos, ya que va a colaborar con el grupo cultural Arte-Son. Eso sí, no se sabe si incluirá toda la serie.
No obstante, quiere exponerlo en Valencia para que esté cerca de las personas de su entorno. La artista describe cómo será: «Irá acompañada de una instalación, un corcho natural todo corrido debajo de las obras, con algunos objetos que muestren el proceso creativo y esa inspiración». Asimismo, también le gustaría incluir un audiovisual donde se presentarán todas las participantes.
La mujer en el arte: un abuso
Benavent reflexiona sobre cómo es la situación de las profesionales de este sector. Pero no es la única, Nayra López, artista perteneciente al colectivo MAR de la Serranía; y Ana Beltrán, artista multidisciplinar, también han querido denunciar este abuso: «Las mujeres son un 70 % en la universidad de arte, pero en el mercado laboral solo alcanzan un 13 %». Una representación desigual patente en los puestos de responsabilidad, según declara Beltrán: «Si hablamos de grandes espacios o de la dirección de museos, esta presencia femenina disminuye».
La presencia de las mujeres, como artistas y como directoras, en ferias internacionales según categorías. || Fuente: Mujeres en las Artes Visuales (MAV) || Elaboración propia.
Sexualización: son las musas pero no las artistas
Las obras de mujeres artistas que aparecen en museos nacionales es muy baja. El Museo del Prado es un claro ejemplo de ello, según afirma Benavent: «Solo el 1 % de las obras de arte expuestas en el Prado están firmadas por una mujer». Sin embargo, a pesar de tener una representación tan reducida, Susa denuncia que muchas de las obras de artistas masculinos representan a mujeres semidesnudas, violadas, o asesinadas.
«Son muchos años de historia y tradición de patriarcado que intentan anularnos», declara Nayra, quien asegura que en sus clases de dibujo y pintura son más alumnas que alumnos. «¿Cómo puede ser que luego en los museos casi todo sean hombres, si a la mayoría de gente que le interesa el arte, la cultura, el dibujo y la pintura son mujeres?», se pregunta la artista.
Humildad artística
La rentabilidad en el sector artístico es difícil por el mal fomento del arte y la gratuidad generalizada que se le asocia. El efecto inmediato es que prosperan los y las artistas con mayor alcance y visibilidad. Por ello, es importante poner el foco en una perspectiva más pequeña: el entorno rural, donde carecen de medios para alzar la voz. Allí se encuentran artistas como Susa, con una creatividad enorme, un estudio pequeño, pero sobre todo con humildad.
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